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Mascarillas

  • Dra. Aracely Hernández
  • 16 ene 2018
  • 2 Min. de lectura

Muchas de nosotras –si no es que todas-  nos hemos puesto una mascarilla alguna vez, gracias a los famosos sobres que venden en el supermercado, un lujoso spa o las recetas milagrosas que prometen las revistas.  También son muchas las veces que no hemos obtenido los resultados esperados. La popularidad de estos tratamientos explica su principal fallo, pues nos echamos cuanto podamos en la cara sin saber qué es.

Debemos estar conscientes de que cada rostro es diferente, en cuanto a sensibilidad y tipo de piel. Para que nuestras mascarillas funcionen es fundamental conocer las funciones de sus principales componentes y cómo es la dermis de nuestro rostro. Lo más importante antes de aplicarlas es reconocer el problema que se quiere corregir: deshidratación, inicio de algunas arrugas, puntos negros, entre otros. Solo así podremos evaluar la efectividad de la misma.  En resumen, aquello que funciona para nuestra actriz favorita no siempre funcionará para nosotras.

En términos generales, si queremos hacer una mascarilla casera podemos usar la siguiente guía: 

  • Para una piel seca se recomienda utilizar aceites como el de coco, aguacate o argán.

  • Una complexión grasa se beneficia de aquellas mascarillas con jugo de frutos cítricos, como el limón, o sidra orgánica de manzana. Este tipo de mascarillas se deben realizar de noche pues la exposición al sol con ácidos en el rostro puede causar fitodotodermatosis, o sea manchas en la piel.

  • Y si tu piel no entra en estas categorías se aconseja aplicar yogurt, claras de huevo o leche. 

  • Si estas buscando un tratamiento para ojeras no puedes equivocarte al usar bolsas de té verde. 

 Los tratamientos caseros se recomiendan como una herramienta para prolongar los efectos de los procedimientos hechos por un especialista, pues por si solos no tienen un efecto a largo plazo.  

Recomiendo siempre probar la mascarilla antes de utilizarla para garantizar que no somos alérgicas y que no lástima nuestra piel.  

Más allá de los resultados de nuestros días caseros de spa, lo importante es dedicarnos a cuidar nuestra piel. Consentirnos un rato puede evitarnos un par de arrugas, en especial si lo hacemos de la mano de un experto. 

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